Cuando los otros hablan
Las acciones de extensión en la universidad son un modo de generar vínculos entre sujetos de ámbitos académicos y de sectores marginados de la sociedad. Frente a esto, la comunicación comunitaria propone un encuentro en el que todas las voces puedan dialogar .

Producción de Efecto Mariposa
Es evidente que para que exista un diálogo se necesita de una retroalimentación entre un emisor que muta a receptor y un receptor que luego se convierte en emisor. No obstante, en nuestra sociedad pareciera ser que sólo algunos hablan, mientras que otros callan. Así, las voces de aquellos que provienen de sectores vulnerables quedan excluídos de los medios de comunicación, de las producciones académico-científicas y de las reformas legislativas.
Esos otros son los recluidos, los marginados, los que rara vez dejan de ser destinatarios. Frente a esto, es notable que durante los últimos años las instituciones universitarias de Argentina han ido intentando crear vínculos con distintos agentes sociales a través del desarrollo de prácticas extensionistas y de comunicación comunitaria. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de comunicación comunitaria?
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Una investigación llevada a cabo por la investigadora Patricia Fasano, se encarga de construir una respuesta a través de una indagación de los proyectos realizados por el Área de Comunicación Comunitaria (ACC) de la Facultad de Ciencias de la Educación (FCEdu). Junto con su equipo de investigación, integrado por Lucrecia Pérez Campos, Karina Arach Minella, Pilar Espósito, Claudia Mevdesigc, Marianela E. Morzán, Mara Muscia, Gretel Ramírez, Irene Roquel, Gretel Schneider y Dominique Richard, realizaron una articulación de los conceptos de intervención, comunidad y comunicación desde un enfoque teórico hasta un plano experimental en el que se incluía la mirada de los propios actores que participaron de las actividades del ACC.
Fasano sostiene que el ejercicio de la comunicación comunitaria demanda en primer lugar “salirnos un poco de nosotros mismos en tanto institución universitaria y conectar con nosotros mismos en tanto personas sensibles a las expresiones de los otros, para darles lugar a las formas que aparecen sobre la marcha: no ser intermediadores, sino mediadores”. Es decir, que debemos ser un agente de transformación que posibilite el diálogo.
Salir a otro espacio
Las universidades de nuestro país suelen realizar tareas de extensión a la comunidad, lo que genera encuentros entre sujetos provenientes de distintos contextos. Esteban Krotz, filósofo español, define a estas interacciones a partir de la alteridad cultural, que es la distancia social entre un nosotros y un otro que provoca un sentimiento de extrañeza por la diferencia de códigos, valores o gustos. Entonces, los otros son los que rara vez son protagonistas, los de las voces ignoradas que buscan una emancipación personal y social a través del ejercicio del derecho de la comunicación.
Desde la creación del ACC en 2004, se han llevado a cabo proyectos de extensión que alientan a docentes y estudiantes a salir de los muros de la facultad y trasladarse a nuevos espacios. Mediante distintas actividades se proponen trabajar en conjunto con personas mayores, adolescentes, víctimas de violencia de género, productores rurales, vecinos de comunidades barriales y personas privadas de su libertad en cárceles. Estos encuentros tienen sus propias dinámicas y características, donde se comparte un tiempo y un espacio (entendido no sólo como una dimensión física, sino también experimental).
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En la investigación de Fasano se relata acerca de los talleres de murales y de radio realizados en la Unidad Penitenciaria N° 1 de Paraná que estaban regidos por disciplinas estrictas de la institución y otras de consenso no explícito, como por ejemplo no preguntar sobre las causas de detención o que lo que sucediera en el grupo quedara en el grupo. La cárcel es descrita por la investigadora como un lugar en el que siempre están latentes las asimetrías de poder y la violencia, ya sea institucional o interpersonal. En consecuencia, el sentido de comunidad es inexistente. “Las chicas de la facultad”, así llamaban los internos a los docentes y estudiantes que asistían a la cárcel, aunque no todos eran mujeres.
Estos encuentros, que ellos los llamaban la Hora Libre, debían cumplir en un tiempo determinado con los objetivos, justificaciones y actividades planificadas en los proyectos, que inevitablemente desembocaban en una dinámica académica en la que los docentes y estudiantes sentían que estaban dando clases. Sin embargo, muchas veces era necesario que esos guiones fueran ignorados para atender a las necesidades y expectativas de los internos que en ocasiones sólo querían “pasar un buen rato” o simplemente “charlar”, ser escuchados.
En este contexto de encierro fue imprescindible construir el sentido de pertenencia al grupo a través de la confianza y el respeto por las reglas consensuadas. Uno de los internos afirmó que “puso una tranquilidad entre todos, que haya la confianza de darse la mano fue muy grande, porque no cualquiera hace eso de darse la mano, de interactuar, de hablar tranquilo, que no haya pelea. Hay algunos cursos o en la escuela donde se pelean, se cruzan con una broma y se pelean. Acá no…”.
Formar una comunidad
A través de las distintas experiencias llevadas a cabo desde el ACC, Fassano junto con su equipo de investigación concluyeron que construir una comunidad entre sujetos diversos no es tarea sencilla. Frente a esto, se preguntaron si “¿Persuadimos e imponemos, o intentamos establecer un diálogo? Si partimos del supuesto de que el “otro” es un sujeto portador de saberes, el diálogo posibilitará alcanzar una visión superadora de lo previamente establecido, en tanto práctica básica para la generación de nuevos sentidos”.
Pareciera ser entonces, que la clave para generar un sentido de comunidad está en el diálogo que, según Esteban Krotz, obliga a ponerse en el lugar del otro, ser el otro por un momento y poder comprenderlo. El silencio activo encarnado en escucha también es una forma de comunicación. Desde los espacios de extensión que construye la universidad, es necesario que en ciertas situaciones se haga silencio para que surjan las otras voces, para que se hagan visibles los murmullos, las palabras tenues y los gritos ignorados de los otros.

Patricia Fasano
Se recibió de licenciada en Ciencias de la Información en la FCEdu-UNER. En el 2011 obtuvo el doctorado en Antropología Social por la Universidade Federal do Rio Grande do Sul de Brasil. En la actualidad es docente de la FCEdu-UNER y coordina el Área de Comunicación Comunitaria de la UNER. También se desempeña como investigadora y extensionista, se especializa en temáticas relacionadas sobre el método etnográfico, la comunicación comunitaria y popular.
Fecha: 16/10/2020